LOS POEMAS DE DAICHI: 8. Gyoran – El gran Bodhisatva Avalokitesvara
La ceja pintada de azul es tan delicada como el arco de la luna nueva,
Su cara rosada es como un hermoso melocotón entre el viento de la primavera.
Cuando ha visto a un hombre se ha marchado y ha tirado su cesta de peces.
Las treinta y seis escamas del pez súbitamente se han convertido en dragón.
Hay muchas imágenes en este poema; en el título, Gyoran, gyo significa el pez y ran la cesta o la red; también es uno de los nombres en japonés de Kannon (Avalokitesvara en sánscrito). (También es conocido como) Kanjizai, el bodhisatva que se observa a sí mismo y enseña el Sutra de la Gran Sabiduría o Kanzeon, el bodhisatva que oye el rumor del mundo y manifiesta la compasión del amor universal. Es una energía o manifestación superior porque oye el sufrimiento de mundo y está presente para ayudar a los seres vivos. Ha hecho el voto de salvarlos a todos.
A veces en sus representaciones tiene rasgos femeninos y otras veces masculinos, no tiene un sexo definido; a menudo lo vemos como mujer porque la compasión parece ser un atributo de la mujer. Los grandes maestros también son seres compasivos, tienen la compasión de ku; la comprensión de que no tienen sustancia trae la solución a muchos de los problemas de los seres vivos.
El decimoquinto capítulo el Sutra del loto es el de Kannon Gyo, que se recita a veces en las ceremonias. Se dice que este bodhisatva toma la forma de los seres a quienes va a ayudar y los libera de todas las aflicciones. Su amor universal es eterno.
En el altar del dojo hay una estatua de Kannon que han ofrecido B y L; no está representado con una cesta de peces sino con una jarra para saciar a todos los que tienen sed. En este poema, Gyoran con la cesta de peces protege a los animales marinos, a todas las existencias, todas las criaturas.
En un capítulo del Shobogenzo Dogen nos dice: En la casa del Buda hay el bodhisatva que escucha los sonidos del mundo, Avalokitesvara. En China y en Japón hay poca gente que no lo haya visto pero realmente muy poca gente lo conoce. No es necesario utilizar dinero para comprar su elegante manera de ser y cuando examinamos sus caras ¿cuál es la buena y cuál no? Para hablar gira nuestros cuerpos y sube a la plataforma de zazen; para escuchar nos coge las manos y se queda de pie en el suelo. En lugares no obstruidos ni por un solo dharma, sus ojos compasivos nos iluminan. Su respuesta y nuestro ser respondidos por él(la) se unen en un acuerdo mutuo (son un burro mirando un pozo, y son el pozo mirando un burro). No hay muchos seres humanos que lo comprendan.
Las treinta y seis escamas del pez súbitamente se han convertido en dragón. Treinta y seis (es decir, 6 veces 6) en la antigua China era el símbolo de la carpa, un pez sagrado –en algunos templos hay carpas que viven más de 100 años. El maestro Dogen enseñaba a sus monjes que en el mar existe un lugar llamado la puerta de los dragones y que en el instante en que un pez la atraviesa se metamorfosea en dragón. Exactamente de la misma manera, cuando una persona traspasa la puerta del templo se convierte en monje.