LOS POEMAS DE DAICHI: 54. Suigetsu an — La ermita del agua y de la luna

 

A partir de mon: oír, shi: pensar y shu: practicar, entrar en el estado del samadhi.
Por la libertad de cinco veces cinco la conciencia es observada.
El viento puro a lo largo de una larga noche cambia la claridad de la luna.
El sonido del pino es tan largo como frío el sonido de la lluvia.

 

De nuevo una expresión de zazen y de cómo practicar zazen. Mon es oír, escuchar, shi, la conciencia, el pensamiento, shu, la práctica, la experiencia. 

¿Por qué mon, escuchar, oír? Porque, como os dais cuenta, en zazen los sonidos nos impregnan. Ahora mismo tenemos el sonido del viento, de las puertas que se mueven, las campanas que tintinean, del kusen y los que lo escuchan. Todo esto está presente, toca nuestra conciencia directamente. 

Por otro lado los ojos están quietos, semi-cerrados, la mirada puesta en el suelo a un metro delante de uno mismo, en descanso, sin fijación en nada. No es exacto cerrar los ojos porque nos dormimos, la consciencia se va. Pero no utilizamos la mirada, está quieta.

En sus comentarios a este poema el maestro Deshimaru dice: En el budismo estos tres elementos son importantes, las tres sabidurías: del oído, de la conciencia y de la práctica —la acción del cuerpo. A través de las tres obtenéis la intuición, que es la mas alta de las sabidurías. En zazen los pensamientos que traen causa del karma de la vida cotidiana o de la noche pasada emergen. No son tan buenos y el karma continúa en zazen a través del pensamiento. El subconsciente a su vez asciende. Es mejor hacer zazen en un dojo que en su casa; las estatuas de Buda y de Kannon son una mejor relación de interdependencia que una mujer desnuda. 

 

A veces es necesario cambiar el estado de conciencia. Los sonidos en zazen como el gong o la campana, la madera, el metal o el canto del Hannya Shingyo son benéficos. Benéficos porque se realizan directamente, no es necesario cavilar o discriminar. Van directamente a la conciencia. No son sonidos ordinarios sino que manifiestan el zazen de la persona que toca o que canta. Son el sonido.

Si pensamos buenas cosas, debido a estos méritos, estas virtudes de Buda, podemos avanzar. Si pensamos cosas malas nos volvemos demonios. Demonios era una palabra que utilizaba a menudo el maestro Deshimaru, especialmente si había algunos discípulos que se equivocaban en sus acciones; naraka o estado infernal a donde vamos conducidos por el karma.

Todo puede cambiar y cambia a lo largo de nuestra vida; algunas veces tengo pensamientos malos pero practico zazen, leo sutras que luego tengo que explicar, escribo libros que no son sobre sexo ni sobre la vianda cotidiana, libros para transmitir la práctica. Nuestra conciencia influye nuestra vida, teniendo buenos pensamientos nos acercamos al Buda, pensando en malas cosas nos acercamos a los demonios. Con mon, shi, shu entramos en el samadhi zanmai jo, que significa zazen, no significa concentración. 

Zanmai jo: el samadhi de zazen no es exactamente igual a concentración, porque la concentración puede ser solamente mental sin atención al cuerpo. Zazen es cuerpo y mente en unidad, totalidad en el momento presente. 

El templo de Suigetsu está en el lugar donde el maestro Daichi construyó una pequeña ermita. Luego sus discípulos la ampliaron y se convirtió en un templo famoso. Daichi en aquella época (1358) tenía 68 años. Vivió allí ocho años y el 10 de diciembre de 1366 murió a los 76. Este templo fue quemado después por los jesuitas y posteriormente el jefe de ellos fue asesinado. En la época de Daichi en Nagasaki y Amakusa abundaban los jesuitas y sus jefes tenían un poder comparable al de un gobierno.

No es necesario pensar con la conciencia personal durante zazen. Los pensamientos se levantan pero solamente hay que concentrarse en la postura; si oímos una voz podemos pensar, pero solo inconscientemente, naturalmente, automáticamente, es decir sin seguir, sin desarrollar este pensamiento.

Los sonidos van directamente a la conciencia, no es necesario pensar de dónde viene este viento, cuantas campanitas tintinean, etcétera, etcétera. Directamente somos el viento, directamente somos el sonido de la campanita.

Por la sabiduría del oído, del pensamiento y de la experiencia de la práctica con el cuerpo —por estas tres especies de sabiduría— entramos en samadhi. El samadhi es el satori, Hishiryo, el espíritu en profunda concentración.

Aquí y ahora.

Ahora la montaña está tranquila, los pájaros cantan, es el final del día. Todo está tranquilo. Podemos percibir cuerpo-mente en unidad sin interpretaciones, sin categorías, sin juicios. La tranquilidad del espacio exterior influye nuestra consciencia, nuestro cuerpo.

 

Por la libertad de cinco veces cinco la consciencia es observada. En varias ocasiones  el maestro Daichi utiliza números en sus poemas, una costumbre de aquella época. Cinco veces cinco hacen veinticinco, que se asocia al vigésimo quinto buda, el bodhisattva Avalokitesvara. Él es el Kanjizai del Hannya Shingyo. Kanjizai significa observar libremente. Es el bodhisattva que observa libremente, así es la libertad de buda. 

Observar libremente significa no entrar en las categorías de bien, del mal, lo justo, lo falso, no luchar. Cada uno en zazen puede observar libremente su karma, sus acciones, su pasado, los recuerdos que suben del subconsciente. A veces vemos cosas nuestras que son un poco patéticas, pero la libertad de Kanjizai es de no permanecer. 

El maestro Daichi dice que cuando nos concentramos en zazen, Kanjizai, Avalokitesvara se realiza aquí y ahora. Al bodhisattva no hay que considerarlo como una divinidad —no tiene nada que ver con eso— sino como una energía de la práctica que nos cuida y nos acompaña. Nos ayuda, por ejemplo, como puede hacerlo el kyosakuman en un dojo cuando hace una corrección de una postura, que es bastante difícil. No es algo intelectual, que se piensa, sino algo que pasa directamente de cuerpo a cuerpo, libremente — entonces hay compasión. 

O como cuando da el kyosaku, que hay que darlo exactamente en el punto justo, en la parte de la grasa del hombro. No en la nuca, no en el omóplato, sino exactamente en esta zona donde pasan meridianos de acupuntura que despiertan la energía en el cuerpo. El kyosaku es algo que ayuda a la concentración y también a liberarse del dolor, por eso digo que es la compasión verdadera en un dojo zen. Nunca significa un castigo.

En el Zen los monjes no son especialmente psicólogos o terapeutas o determinados por un buen sentimiento, sino que son sin dudas. Sin dudas por la decisión de hacerse monjes o monjas. Así actúan libremente; no hacen pequeñas historias, siguen la corriente, y su misma actitud ayuda. Sin tener méritos, libremente, sin poseer medallas, libremente… Es el objetivo de la práctica de la vía del Despertar: poder ayudar a todos los seres a salir del sufrimiento. 

El bodhisattva Kanjizai observa libremente, ve nuestras metas, nuestras aspiraciones. Contempla cada instante la actitud de nuestra mente: sufrimiento, ansiedad, miedo. Es totalmente libre y así tiene una gran capacidad de acción. No tiene dudas. Posee la compasión universal actuando; la compasión no como una idea sino como algo que se hace libremente para ayudar a las demás existencias.

Así que en zazen podemos observar nuestra propia mente y convertirnos, nosotros mismos, en Kanjizai. Comprender nuestros defectos, comprender nuestras equivocaciones — no desde el punto de vista del ego, sino desde el de Buda. En zazen se puede comprender el karma sin mentirse a uno mismo. No soy tan bueno, no soy tan exacto, no soy tan concentrado, pero ciertamente hago zazen, abandono cuerpo y mente al zazen. Es nuestro ideal de monje, de monja zen. 

Podemos considerar nuestra propia vida no en relación con el mundo social al que pertenecemos, o el dinero que ganamos, la educación que hemos recibido o la tradición que seguimos, sino comprendiendo nuestra vida desde la existencia y la no-existencia — como en el Hannya Shingyo. Cuando comprendemos abandonamos nuestra condición de existencia ilusoria, entonces Kanjizai se realiza en toda libertad.

Mon, shi y shu, los tres juntos realizan el samadhi zanmai jo, entonces la libertad y la compasión aparecen.

 

El viento puro a lo largo de una larga noche cambia la claridad de la luna. Es la actitud del espíritu en zazen. Kanjizai observa el sonido de las olas, el sonido del viento y transforma esta noche oscura y larga. Es noche oscura en nuestra vida cotidiana, sólo tristeza, miedo, ansiedad, deseos.

Sin embargo escuchando el sonido del viento en los pinos podemos sentir el espíritu de Buda, o Dios. En este dojo, en zazen, vuestra mente se vuelve transparente y observa vuestra vida, volvéis a la condición normal. El viento puro de la larga noche es shiki, los fenómenos. La luna clara es ku. Shiki soku ze ku, shiki se convierte en ku; ku soku ze shiki, ku se convierte en shiki.

El maestro Dogen dijo en un poema:

Soy demasiado estúpido para llegar a ser buda.

 Pero lo que quiero es ser un verdadero monje con la cabeza afeitada,

 Llevando el kesa negro, haciendo zazen.

Mente transparente, sin meta, mushotoku. Sin deseo, buda aparece. Zabutsu, buda sentado.

 

El último verso es interesante: El sonido del pino es tan largo como frío es el sonido de la lluvia. Este viento como el que hemos oído esta mañana, que viene de muy lejos, penetra entre los pinos allí, un sonido muy largo, muy largo, eterno. El sonido de la lluvia es frío. También es la actitud de la mente durante zazen; un estado apacible, tranquilo, distinto de la vida cotidiana.

Podemos volver a la condición normal gracias a zazen. Es por eso que zazen se expande; nuestra civilización moderna necesita zazen. La vida está demasiado complicada, así la verdadera postura, la verdadera actitud del espíritu son necesarias, así Kanjizai se realiza y obtenemos la verdadera libertad.