LOS POEMAS DE DAICHI: 49. Dai no shima — La isla de Dai

 

Allí donde se mezclan las cañas y la nieve, donde el agua se intercambia con el cielo,

La isla del tesoro no está solamente en el interior del jarro precioso.

El antiguo camino en línea recta está al exterior del hombre.

El viento puro de la primavera gira constantemente alrededor del pino a la orilla del mar.

 

Allí donde se mezclan las cañas y la nieve, donde el agua se intercambia con el cielo, allí donde los distintos géneros se mezclan en armonía, sin molestarse unos a otros.

La isla del tesoro no está solamente en el interior de un jarro precioso. Tiene relación con una historia china, una historia misteriosa acerca de un sabio instalado en una pequeña tienda donde vendía medicamentos. Cuando acababa su trabajo se transformaba en humo y entraba en un jarro que estaba suspendido del techo. Una vez dentro del jarro se encontraba en lugares apasionantes. Por la mañana salía de nuevo a vender medicamentos. Los tenía muy eficaces, que aseguraban la felicidad, la salud o el vigor sexual. Tenía mucha clientela.

Pero un día dejó de aparecer por la tienda y se paró la venta de medicamentos. Un cliente pensó: este viejo sabio era un tipo realmente raro ¿dónde estará? Observando el interior de la tienda desde el balcón de una casa vecina, el hombre de pronto vio al sabio que, transformándose en humo, entraba en el jarro. Penetró entonces en la tienda y escrutando el jarro divisó otro mundo, una isla preciosa. Decidió entrar, y allí lo encontró: el viejo sabio estaba almorzando unos manjares exquisitos en un suntuoso palacio rodeado de mujeres hermosas, un lugar realmente paradisiaco envuelto en una atmósfera asombrosa. El viejo sabio vio al curioso y le invitó a compartir sus deliciosas viandas. Pasó allí una noche entera, como en un sueño maravilloso, y al día siguiente salió del jarro y volvió al mundo corriente. Esta es la historia del jarro precioso. Pero Daichi dice que la verdadera isla del tesoro no está dentro del jarro precioso.

 

El viejo camino en línea recta está al exterior del hombre. El viejo camino es el camino de la Vía. Al exterior del hombre, como os digo a veces finalmente la práctica del Zen está más allá de lo humano, no hay que considerarla solamente manejando los conceptos humanos usuales. Con la óptica de los conceptos comunes por ejemplo el no-pensar no puede existir e hishiryo aún menos.

La mente todo lo considera, todo lo piensa, se cuenta historias, —no misteriosas como la del jarro encantado, sino más materiales— siempre mira afuera, siempre está en movimiento. La Vía entonces se tuerce, no va derecha; no es la Vía recta de los budas y los patriarcas, sino la vía humana de los provechos personales.

Difícil… Es difícil abandonar el yo. Un individuo humano te dirá: nunca se puede abandonar el yo — y es verdad, hasta la muerte necesitamos tenernos como un ente individual para relacionarnos con el mundo exterior. Pero también existe la posibilidad de abandonar ese yo, que controla todo y todo quiere para sí mismo. Vigilarlo, abandonarlo… y caminar libremente por la Vía antigua, la Vía recta.

El viento puro de la primavera gira constantemente alrededor del pino en la orilla del mar. Como el viento, el karma gira alrededor de nosotros. Nos mueve — quiero ir aquí, allá… — nunca encontramos la paz de la mente, es complicado. Pero no aquí: es el viento de la primavera, puro, que no tiene substancia y solamente sopla. El karma no tiene substancia propia, gira alrededor del hombre sentado en zazen. Pero es solo un viento, no deposita nada —aunque a veces lo queramos agarrar y se complica la práctica de la Vía. El viento libre, sin substancia, sopla, pasa y se lleva las nubes que se amontonan alrededor de la montaña.

De nuevo el pino es el símbolo del Zen. El pino al borde de la orilla del mar es la postura de zazen, que no se mueve, que el karma no hace mover, que realiza que el karma no tiene substancia — algo que, en general, el hombre ordinario no entiende, dentro de su movimiento continuo siguiendo el karma.

La isla de Dai es más preciosa que la isla del paraíso del viejo sabio. Este viejo camino de una sola línea es zazen. Mentón entrado, columna vertebral estirada, solamente zazen. Shikantaza, solo la línea recta del zazen, solamente el orden cósmico sin artificio, sin nada personal que añadir, la verdad auténtica.

 

Zazen es un bien infinitamente más precioso que la isla del tesoro del jarro precioso.  Aunque no seamos sujetos excepcionales — presidentes, ministros, grandes artistas, científicos etc… el hecho de practicar la Vía hace de nosotros algo totalmente excepcional, más allá de las categorías humanas. Pero es un secreto — igual que la isla de Dai, es la verdadera isla del tesoro.