LOS POEMAS DE DAICHI: 52. Kasatsu enbo — El paisaje de Kasatsu a lo lejos (II)

 

En el mar de espíritu no hay viento y el espejo precioso está claro.

Los monos gritaron tres veces pero no fue bastante.

Las olas frías se rompen, la luna brilla sobre el acantilado azul.

No hay camino para acceder a la cima más alta de la montaña abrupta.

 

En su introducción a este poema, el maestro Deshimaru dice que traducirlo es particularmente difícil; cada uno de los kanji tiene un sentido amplio que en las lenguas europeas no puede darse con una sola palabra. Los poemas de Daichi a menudo describen paisajes no como paisajes en sí mismos, sino como imágenes para expresar las múltiples facetas de zazen. En el Sansho Doei el maestro Dogen utiliza también el mismo procedimiento. 

Nada está por encima de zazen, los poemas del maestro Daichi son una oda eterna a zazen. Claro que la práctica es difícil y a la gente le gusta más las hojas doradas del árbol en el otoño que ir a la raíz, encontrar la substancia del árbol. Algunos entienden la verdad del Zen y son estos los que realmente transmiten, continúan.

En el mar del espíritu no hay viento y el espejo precioso está claro. Sho kai, Kai es el mar y sho es la naturaleza de buda, que se ha traducido al francés como el mar del espíritu. En el mar de la naturaleza verdadera no hay viento, el karma no se manifiesta, el viento del karma no sopla en la naturaleza de buda.

El espejo precioso; O, tesoro, kan, espejo. El espejo precioso representa la sabiduría Hannya Haramita, la sabiduría que va más allá y sobrepasa todo; la sabiduría del Buda, Hishiryo. Aquí kan es la observación cuando uno se mira en el espejo y ve su yo, su cara, y ve su no-yo, sólo un reflejo sin sustancia. Cuando percibe que su verdadera naturaleza es yo y no es yo. A ese lugar no llega el viento del karma, ahí no hay nubes, no hay bonno, solo felicidad. No hay celos, ni orgullo, ni coquetería, ni ambición. Aquí zazen es solamente la sentada en silencio sin palabras.

 En el Sansho Doei el maestro Dogen dice:

En el agua del espíritu sin mancha,

el claro de luna se refleja.

Ahí incluso las olas se quiebran

Y se transforman en luz.

Es maravilloso. Cuando practicamos zazen al principio observamos nuestra mente y vemos las manifestaciones de nuestro karma, del yo condicionado. Éstas a veces las podemos cortar y otras no —se instalan en nuestras vidas, nos persiguen. Sin embargo la observación en el espejo precioso no tiene nada que ver con el karma. Cuando se produce es yo… sin ser yo, es hishiryo, (sabiduría perfecta) Hannya.

Los monos gritaron tres veces pero no fue suficiente. Esta es una frase difícil de entender, por un lado está relacionada con la vida de Daichi en su ermita, lugar donde también vivían monos —no había perros sino monos. Pero en el poema los monos aluden a un poema famoso que es también un koan del maestro Seppo. ¿Cómo es este koan?

Seppo fue discípulo del maestro Tokusan (que a su vez fue discípulo del maestro Ryotan) y (Seppo) transmitió el Dharma a Gensha, el pescador de la perla brillante. Pero aquí se trata de un mondo entre Seppo y su hermano Sansho que también era monje. 

Un día paseando por el bosque, vieron una banda de monos. Seppo dijo: Cada uno lleva a su espalda un antiguo espejo. Sansho preguntó:

— ¿Tienen el espejo de la sabiduría? 

No lo saben, contestó Seppo, no lo pueden realizar. 

El espejo equivale a la sabiduría. El viejo espejo sobre la espalda representa la naturaleza de buda que todos los seres tienen pero lo ignoran. Cuando la realizan el espejo desaparece, ya no es necesario. 

Durante uno de sus peregrinajes, el maestro Tozan cruzando un río vio su reflejo en el agua y alcanzó el satori. Entonces escribió este poema:

No lo busquéis con otros o en un lugar alejado.

Ahora voy solo e independiente

pero lo encuentro por todas partes.

Él ahora es, seguramente, yo, pero no soy él.

Lo que se ve en el viejo espejo no es mi historia personal, o mi karma; es el rostro verdadero que está conmigo en todas partes, y ahora él, seguramente es yo. Pero no soy él —mi yo condicionado no es él. Tiene un sentido análogo la frase del maestro Jikai El hombre ordinario no conoce al Buda y el Buda no conoce al hombre ordinario. 

 

La segunda historia de monos es un antiguo poema chino que se encuentra en el Sutra del Agua y del Valle. «Los monos gritan, sus gritos se oyen tres veces en el valle.» Paseando por las bellas montañas de China, el poeta oyó a los monos gritar tres veces seguidas y en ese momento lágrimas de emoción mojaron sus ropas. Pero en este poema el sentido es el siguiente: los monos gritaban, pero ni sus gritos que el valle contestaba ni el paisaje podían emocionarle hasta las lágrimas, sino sus propios pensamientos. El poeta pensaba: “Mi sabiduría no es suficiente, mi comprensión no es bastante profunda. Para despertarme han repetido sus gritos tres veces.” Oía el primer grito, pero su mente ya había empezado a utilizar ese grito, a interpretarlo, antes de oír el segundo o el tercero. Es como cuando aquí se oyen las trompas de los cazadores: en ese momento nos preguntamos qué es ¿los tibetanos que han subido a la montaña? ¿cazadores? Inmediatamente multitud de interpretaciones se mueven en nuestra cabeza y el sonido ya no es más percibido directamente. Se desarrolla en nuestra mente, no es directo.

En la práctica del Zen los sonidos son importantes porque impactan la mente directamente y no hay que pensar. Se oye la madera y automáticamente uno se dirige al dojo, o automáticamente uno se pone el kimono. No es necesario tener reloj o teléfono, un golpe del metal y sabemos que es la hora de comer; un golpe de campana, empezamos a cantar el Hannya Shingyo. El trayecto entre sonido y mente es directo. Ocurre igual con el sonido de la lluvia durante zazen: va directamente a la mente; la lluvia se vuelve la mente, la mente se vuelve la lluvia. Todo está tranquilo. Poco a poco, en zazen podemos abandonar, sin miedo, la historia personal. Después del zazen volverá en seguida, pero un poco transformada.

 

Este poema cincuenta y dos desarrolla íntimamente el espíritu de la práctica del Zen. El primer verso es la consciencia durante zazen, hishiryo. El viento del karma se ha acabado. Durante zazen dejamos pasar los pensamientos, las atracciones, las pulsiones, el pasado, el futuro. Poco a poco la mente está tranquila y podemos ver en el viejo espejo nuestro rostro auténtico.

El segundo verso es la atención. Los gritos de los monos no fueron suficientes para que me despertara, no estaba en el presente lo suficiente. 

Los dos últimos, de nuevo, son zazen. Las olas frías se rompen, la luna brilla sobre el acantilado azul. No hay camino para acceder a la cima más alta de la montaña abrupta. Las olas del karma se rompen y solo la luz de la luna brilla, aclara todo sin distinciones. No hay camino: es mushotoku.

 

Voy a leer los comentarios del maestro Deshimaru. “Manjin, man es diez mil, jin, los sables. Los diez mil sables como para el combate significan la cima, el punto más elevado de la montaña, el símbolo del zazen, de la consciencia hishiryo. La más alta cima de la montaña, la parte superior que culmina el precipicio es muy difícil de alcanzar, no hay camino a seguir. La sabiduría suprema es difícilmente accesible, para llegar allí hay que tomar un camino sin fin, un camino que no lleva a nada conocido. No hay que buscar, no hay que tener una meta, (sólo) ser mushotoku, progresar inconscientemente, naturalmente, automáticamente. 

Mushotoku, sin meta, sin espíritu de obtención. Así debe ser nuestra mente, sin intención de provecho, sin esperanza de satori, sin esperanza de hacerse buda —una actitud muy difícil. 

Por eso se ha dicho que hay que matar al buda, abandonar nuestras opiniones y prejuicios, nuestros conceptos estrechos, nuestro ego —esa tiene que ser la actitud durante zazen. Olvidarse a sí mismos, rechazar cuerpo y mente. Solo entonces puede uno situarse en armonía total con el orden cósmico y manifestar espontáneamente la sabiduría suprema. 

Aunque numerosas personas entiendan profundamente la voz de los monos ¿cuántas de ellas pueden comprender el significado del viejo espejo? Lo llevamos con nosotros pero lo ignoramos. No hay camino para acceder a la más alta cima de la montaña abrupta. 

No hay camino en el mar del espíritu. No hay vientos complicados, difíciles, pero ¿por qué el viento no me deja en paz? El claro de luna en el acantilado azul es muy bello, pero ¿por qué no puedo alcanzar la luna? En nuestra época el hombre ha caminado sobre la luna, pero el aquí y ahora no es un problema científico, es un problema de la mente subjetiva del hombre.”