Deben contestar sin llamada a su encuentro directo

La transmisión del monte Reisan no debe hacerse a la ligera.

En la rama descendiente crecen más y más ramas nuevas.

Sus hojas crecen en el jardín de los ancestros por la eternidad.

 

 

El Mariscal Gen fue un amigo de Daichi. Durante varios siglos en Japón se libró una guerra interna entre el emperador y los distintos señores feudales. En el 700 d.C. la capital era Nara, que a final de ese siglo se trasladó a Heian, hoy llamado Kyoto. En aquella época el emperador gobernaba todo el país desde su palacio, pero más tarde el poder volvió a manos de la aristocracia provincial. Vino después la época de los samurai que después las guerras contra los invasores mongoles de Kublai Kan se habían quedado sin ocasión de ejercer su oficio de combatir. El problema de un estado que se apoya demasiado sobre la casta militar, la fuerza guerrera, es que cuando terminan las hostilidades ¿de qué se ocupan los guerreros? Se prolongaron durante décadas los conflictos por adquirir la prevalencia en la corte imperial y de paso, el control del país. Muchas provincias no siguieron más la autoridad del emperador y los samurái combatieron entre sí al servicio de distintos clanes: los Heike o Taira, los Genji o Minamoto.

En el periodo Heian se sucedieron en el poder los Heike y los Minamoto. A finales del siglo XII la victoria había recaído en el clan de los Genji, (a.k.a.) Minamoto, con Yorimoto Genji y Minamoto Genji. Este último consolidó su autoridad sobre todo el país y trasladó de nuevo la capital de Kyoto, formando el shogunato de Kamakura. En aquella época apareció el General Hojo, el futuro regente del shogunato. Finalmente, después de varios regentes Hojo, el último de ellos fue derrotado por el general Ashikaga.

El Mariscal Gen era hermano del emperador, pero tomó como nombre personal Gen. Ayudó mucho a Daichi, especialmente con la construcción de un templo en Kyushu.

 

Deben contestar sin llamada a su encuentro directo.

La traducción del primer verso es difícil; el sentido está claro, pero de cómo se encadenan las palabras resulta la dificultad. En el zen, cuando el maestro llama el discípulo debe responder inmediatamente. Es muy importante, la respuesta debe ser inmediata, instantánea. No hay que contestar con el cerebro frontal, sino reaccionar rápidamente con el cuerpo. En la vida cotidiana del zen esa es la costumbre.

Esta mañana S hablaba de ondas cerebrales. Pero no sé… si a una persona que tiene curiosidad por el zazen uno le dice: hay que dejar pasar las ondas cerebrales ¿entiende algo? Sin embargo, si volvemos al mundo concreto, el mundo aquí y ahora de zazen, y decimos: dejar pasar los pensamientos. Eso está claro, es sencillo.

Encuentro directo y respuesta sin llamada.

 

La transmisión del monte Reisan no debe hacerse a la ligera.

En la rama descendiente crecen más y más nuevas ramitas.

Sus hojas crecen en el jardín de los ancestros por la eternidad.

El jardín de los ancestros es sotei, el jardín de la transmisión. De nuevo es un poema dedicado a la transmisión del Dharma. El monte Reisan de que habla Daichi ya lo hemos encontrado en poemas anteriores: es el monte donde Shakyamuni Buda transmitió el Dharma a Mahakashyapa.

Entonces continuar la transmisión es un asunto serio. Pero todo va bien porque están llegando muchos discípulos y las hojas crecen en el jardín de la transmisión por la eternidad. Es una transmisión que continúa, continúa, continúa.

El maestro Daichi recibió un templo del Mariscal Gen en la isla de Kyushu, al Sur de Japón. Tiene la esperanza de que en este templo la transmisión del zen verdadero continúe. Es un poema muy respetuoso, lleno de esperanza.