Este poema refleja las impresiones durante una estancia en Nankoku an.

 

Una niebla ligera rodea la torre.

La habitación imperial en el palacio secreto esta fría, como en otoño.

La hermosa luna brilla sobre el mar de coral.

El viejo de ochenta años hace girar el globo.

 

Nankaku an es la ermita donde está la tumba del maestro Nyojo —el maestro de Dogen— que el maestro Daichi visitó cuando estuvo en China. He estado buscado imágenes de ese lugar pero no he encontrado nada. Sin embargo sí he encontrado en un libro una fotografía actual de la tumba del maestro Tozan, que vivió tres siglos antes. Es un pequeño edificio de madera situado entre árboles, muy sencillo y sin decoraciones. Muy acogedor si esto se puede decir de una tumba.

En el entorno de la ermita de Nyojo hay un templo, llamado Keitoku-ji. La torre de la que habla Daichi es una stupa en memoria de Nyojo, maestro zen muy importante de su época.

Pensando en la tumba del maestro Tozan, de tres siglos antes de Nyojo y ochocientos años de antigüedad hasta hoy, es interesante que ahora en 2019 conservamos el recuerdo de estos maestros de la transmisión del Dharma, igual que se recuerdan hoy historias sobre monjes y maestros indios y chinos de hace más de mil años. Hay quien piensa que solo son cuentos para dejarnos dormir en zazen, pero realmente hubo una sucesión de personas excepcionales que entregaron su vida al Dharma.

Cuando Dogen estuvo en China se ocupó de guardar y trasmitir estas vidas de los antiguos y gracias a él, a través de nuestras lecturas podemos tenerlas hoy en nuestra vida zen. Todavía están vivos. No recordamos a todos citando su nombre, pero durante la ceremonia de cada mañana nos prosternamos ante estos patriarcas del Zen, estas personas excepcionales que han permitido que la práctica llegue hasta nosotros.

No debemos decepcionarlos con nuestros despistes, con nuestra falta de energía; al contrario, debemos ponernos a su mismo nivel en la práctica de la Vía, aunque es difícil.

 

La habitación del emperador en el palacio secreto;  este verso tiene relación con la habitación del maestro Nyojo, donde dio a Dogen la transmisión del Dharma. Ahora está fría como el otoño, nadie alimenta el fuego de la transmisión en China como ocurría en la época de Dogen. Los tiempos de la edad de oro del zen en China habían pasado ya.

La luna brilla en el mar de coral. El mar de coral es un mar cuando no hay más mar. Cuando ha desaparecido el mar ¿qué mar queda? ¿Qué es lo que la luna ilumina? De nuevo es una metáfora que describe  la conciencia hishiryo, la conciencia de zazen.

 

El viejo de ochenta años que hace girar el globo es una alusión al maestro Seppo, que vivió al final del siglo IX. Cuando era viejo jugaba con un balón como un niño, o como un perro.

—¿Por qué hace dar vueltas al globo? le preguntó su discípulo Gensha,

—Porque es libre, tiene verdadera libertad. Como es redondo puede ir a todas partes, en cualquier dirección, libremente, inconscientemente, automáticamente, naturalmente.

Cuando vamos siempre tras los pensamientos, persiguiendo ambiciones, no hay libertad.

A veces hacemos las cosas para tener libertad en el futuro: libertad de tener dinero, familia…, pero al final son más y más agujeros y goteras en la mente, sin dirección correcta. La gente está llena de deseo, nunca está satisfecha de lo que tiene y se le va su vida en conseguir sus deseos sin siquiera darse cuenta qué es la vida, que la vida está aquí. Que nuestro paraíso está aquí mismo.

 

Seppo Gisei es recordado y se hizo famoso por el kyosaku. Antes de él sólo era un bastón de bambú y él lo hizo en madera dura, para una más fuerte invitación a muro, una más fuerte descoagulación de la mente. Más fuerte el olvido de uno mismo cuando se recibe.