Desde que el Tatagatha hizo girar con naturalidad la flor en su mano,
Mahakashyapa puso inconscientemente arena en sus ojos.
Del cuarto al séptimo, del segundo al tercero han transmitido palabras dormidas,
Por eso numerosas personas quedaron perplejas a mediodía bajo el cielo azul.

Es muy difícil de entender este poema-koan, que se apoya un poco en el koan de Mumonkan. Del cuarto al séptimo y del segundo al tercero es un código zen. Cuatro veces siete hacen veintiocho, dos veces tres hacen seis. En la transmisión india, de Mahakashyapa a Bodhidharma, hubo veintiocho generaciones; después, en la transmisión china, seis patriarcas zen; no es tan difícil – dice el maestro Deshimaru.

La Flor de Buda trata de la primera transmisión I shin den shin. El Buda en una conferencia delante de numerosos discípulos cogió una flor y jugó con ella girándola entre sus dedos; nadie vio su gesto excepto Mahakashyapa, que le guiñó y sonrió –“entendido, entendido”.
Buda le dijo: Has entendido la esencia del budismo, te doy el Shobogenzo, el Tesoro del Ojo del Verdadero Dharma, la esencia del espíritu del budismo concerniente a los fenómenos y ku. Y le transmitió su kesa.

Mahakashyapa después transmitió a Ananda y esta enseñanza continuó hasta Bodhidharma. Luego pasó de Bodhidharma a Eno, el Sexto Patriarca chino. Seigen y Nangaku, sus dos discípulos, expandieron respectivamente la escuela Soto y la escuela Rinzai hasta nuestros días.

 

El Buda hizo girar la flor en su mano con naturalidad, dice Daichi. Sin intención, naturalmente, como una acción natural, normal, total, un gesto que toda la asamblea pudiera ver. Y Mahakashyapa inconscientemente puso arena en sus ojos, aquí viene un poco la sonrisa koan de Daichi, como que esta primera transmisión era un engaño de Mahakashyapa ya que era el único que vio a Buda naturalmente girar la flor. Era el único que podía ser un recipiente del Dharma.
El Buda sonrió y Mahakashyapa también. Las acciones de Buda y Mahakashyapa no son acciones conscientes con una meta, simplemente se han encontrado en la condición normal, y este encuentro-transmisión se ha convertido en una cosa grande, la Gran Transmisión.

Bodhidharma, Eno y otros muchos. En su momento Dogen fue a China y a su regreso llevó el Zen a Japón. Entonces –añade el maestro Deshimaru– todo se complicó. Numerosas personas quedaron perplejas a mediodía bajo el cielo azul. Es difícil aceptar una acción inconscientemente, naturalmente, automáticamente. Queremos algo conscientemente con la voluntad, algo que podamos conseguir, atrapar. Sin embargo zazen está más allá de nuestras consideraciones, nuestros planes, más allá de nuestra razón.

A la gente le gusta pensar, hacer trabajar su cerebro; sitúan el pensamiento fuera del cuerpo. Sin embargo, zazen es cuerpo mente en unidad, samu es cuerpo mente en unidad, comer es cuerpo mente en unidad. No la mente de un lado y el cuerpo de otro, sino nuestra totalidad vacía sin sustancia propia en el momento presente.

Daichi se ríe un poco de esta historia de la transmisión, igual que Unmon en su comentario del sexto caso del Mumonkan; los dos sin embargo hacen que nos preguntemos qué es lo verdadero y qué es lo falso.

 

También la historia de la transmisión es una historia. No hay que ver las cosas solamente de un lado; en el Genjokoan el maestro Dogen dice: “Si iluminamos un solo lado, el otro queda en la oscuridad.” En la verdad de nuestra razón hay siempre opuestos, contraposiciones; a pesar de esto hay que ser capaces de ver los dos lados, la luz y la oscuridad. El maestro Sekito también lo expresa en el Hokyo zanmai: “La luz existe en la oscuridad. No tengas una mirada oscura. La oscuridad existe en la luz. No tengas una mirada luminosa”.

Si llegamos a conocer la Ley única de la que cada uno está provisto, donde maestro y sucesor se encuentran íntimamente… la mente del Buda no está escondida sino expuesta desnuda.