No practiques ni siquiera la santa Verdad porque no hay ni clase ni rango.

El dragón deja el lago profundo, el fénix permanece en el verde paulonia.

Cada una de nuestras percepciones de la vista y el oído pasan unas siguiendo las otras.

Nuestras vidas son semejantes al burro mirando el agua del pozo.

 

No practiques ni siquiera la Santa Verdad. Esta frase corresponde a un evento de la vida  del sexto patriarca Daikan Eno.

Eno recibió la transmisión del Dharma a medianoche en la habitación del maestro Konin. No era un monje profesional, sino un leñador que se despertó al oír una frase del Sutra del Diamante: Cuando la mente no permanece en ningún lugar, la verdadera mente aparece. Siguiendo los consejos de un monje, subió al templo del maestro Konin. Como era una persona muy llana, se quedó en la cocina del templo, sin pedir siquiera la ordenación de monje. Su samu era blanquear el arroz.

Después de una sucesión de eventos el maestro Konin reconoció su bodaishin, su espíritu del Despertar, y le dio su kesa y su cuenco –le transmitió el Dharma. Luego le aconsejó que se marchara porque iba a desencadenarse la cólera entre los monjes de su sangha.

Eno se marchó del templo con el kesa y los cuencos y esa misma noche el maestro Konin también desapareció. Los monjes se encontraron solos, el kesa y los cuencos habían desaparecido (kesa y cuencos son el símbolo de la transmisión de maestro a discípulo).

Entonces los monjes comenzaron a perseguirle creyéndolo un ladrón.

Uno de los monjes, un antiguo general llamado Damio, llegó muy cerca de donde estaba Eno. Éste dejo el kesa y los cuencos sobre una roca y se escondió detrás de ella. Cuando Damio intentó coger el kesa y los cuencos no pudo moverlos, estaban pegados a la roca; entonces comprendió la exactitud de la transmisión entre Konin y Eno. Al salir Eno de su escondite Damio hizo sampai frente a él y le pidió que fuera su maestro; Eno contestó que no:

–Eres el discípulo del maestro Konin, tienes que volver a la sangha.

Damio le formuló una pregunta:

–¿Cómo se puede hacer para no caer en las distinciones entre el bien y el mal?

Shotai fui. No practiques ni siquiera la santa Verdad

Damio hizo gassho y se fue.

 

Porque no hay clase ni rango, todo está en unidad, sujeto a la ley de causas y efectos. Zazen nos permite encontrar de nuevo la condición normal de cuerpo y de la mente. ¿Cuál es? Lo que se llama naturaleza de Buda, naturaleza verdadera de la existencia. Es natural, no una etiqueta nueva, la verdadera función de nuestra existencia total. Eso es la condición normal. Sin embargo si empezamos a pensar, “…me estoy acercando (cada vez más) a la totalidad de la existencia…” esto es totalmente equivocado porque en cada instante somos la existencia total, a cada instante somos naturaleza de Buda con todas las existencias. No hay clase ni rango, es evidente. No hay un monje superior, esto es seguir las mismas categorías de la vida común del más y el menos. En zazen podemos encontrar nuestra actividad total, la función de un ser humano no depende de su clase o de su rango, todos tenemos las mismas funciones.

Este poema lo escribió el maestro Kodo Sawaki sobre un rakusu que el maestro Deshimaru le pidió como protección cuando éste se trasladó a Indonesia durante la Segunda Guerra Mundial. El rakusu y el kesa son una protección, nos protegen y al mismo tiempo los protegemos, una acción mutua como el asno que mira el agua y el agua que mira al asno. El maestro Deshimaru cuenta que este poema le resultaba incomprensible, pero poco a poco con la experiencia de la práctica lo entendió.

No practiques ni siquiera la santa Verdad… de nuevo el maestro Daichi nos empuja hacia una práctica que se desarrolla solo con práctica. Mushotoku es difícil de entender porque siempre queremos algo, nos hemos construido en el mundo de los deseos, que entonces se mezclan con la función natural y la función natural cae olvidada. De nuevo naturalmente, automáticamente, inconscientemente. Inconscientemente no significa distraídamente, sino sin consciencia individual, sentados en el espacio cósmico.

 

¡No pienses ni en el bien ni en el mal! “Jo, yo quiero una enseñanza más intelectual que esta”, podemos pensar. Pero si seguimos en nuestra vida la enseñanza del sexto patriarca de no pensar en el bien ni en el mal, podemos hacer la revolución de nuestra existencia y la de los demás.

Damio le preguntó: ¿Qué hacer para no caer en las distinciones entre el bien y el mal?

¿Cómo hacer para no caer en las clasificaciones, las escalas, los rangos? “¡Oh! éste tiene dinero, va a ser mi amigo». “Yo soy muy bueno, practico el zen cada día, soy excelente”. Son cosas que nos pasan por la mente con facilidad. Eno contestó: Ni siquiera practicar la Vía del budismo. Pero entonces ¿Cómo puedo quedarme en mi posición de antiguo, cómo puedo quedarme en mi estatus? ¿Cómo va a poder respetarme la gente?

Ni siquiera puedo practicar la santa verdad. No quiero nada.

Sin posición, no santo. ¿Qué es lo santo? ¿El budismo, el cristianismo, el dinero? ¿Yo soy santo? Ni siquiera tenemos que pensar que practicamos un zazen santo. Mushotoku: sin meta, sin espíritu de provecho, nada para uno mismo. Naturalmente, automáticamente, inconscientemente. Solo zazen por zazen. (Entonces) hemos descubierto zazen.

Hemos descubierto zazen y hemos obtenido el satori. El satori está aquí ya, zazen está aquí ya. Hemos entendido profundamente sin necesidad de muchas discusiones; hemos entendido directamente en la práctica misma. Luego podemos pulir el espejo. No hay clases ni rangos.

No es como en el mundo social. No hay uno superior a otro. El maestro se respeta por su práctica, es el que lleva la vaca al río a beber. Quiere enseñar el camino. Entonces por eso lo agradecemos. Nuestra vida es breve, todos somos mortales. No pensar ni en el bien ni en el mal.

 

El dragón deja el lago profundo, el fénix permanece en el verde paulonia. El fénix es un pájaro que nace de nuevo de sus cenizas. ¿Cuál es más fuerte, el dragón o el fénix? Si el dragón abrasa al fénix, éste nace de nuevo. Entonces: cada uno en su posición, sin rango, sin clase. El maestro está en su posición de maestro, los monjes están en su posición de monjes, el asistente asiste al maestro, le ayuda. Está también en su posición. El tenzo está en la posición de tenzo, pero no es un rango o un estatus, es la misma energía que continúa la práctica.

 

Cada una de las percepciones de la vista y el oído pasan unas siguiendo las otras. De nuevo el maestro Daichi nos pone frente nuestra consciencia: nuestra relación con el mundo exterior y cómo el mundo exterior se relaciona con nosotros. Nuestras vidas son como el burro mirando el agua del pozo. Una relación mutua, recíproca. El mundo no nos pertenece, somos parte de él.