La enseñanza de las cosas no sensibles los seres sensibles la oyen.

            El viento importuna el bosque frio y las hojas llenan el jardín.

            Incluso si no hay nadie el muro tiene orejas.

            Linternas de piedra y columnas, por favor, no levantéis la voz por un instante.

 

De nuevo un poema koan en relación con la práctica del maestro Tozan, iniciador del Soto Zen en China. Mujo seppo es también un capítulo del Shobogenzo del maestro Dogen. Significa, dice el maestro Deshimaru, que los objetos no sensibles enseñan sin parar la ley de Buda, el Dharma.

Los objetos no sensibles como los árboles, las flores, piedras, tejas, montañas o los ríos aquí y ahora pueden enseñar el Dharma. La tradición dice que numerosos aspirantes a la verdad han alcanzado el satori oyendo algún sonido de la naturaleza, un soplo de aire o el murmullo de un riachuelo. Todos los fenómenos no sensibles pueden dar la enseñanza del Buda.

También es un poema sobre zazen, el estado de espíritu de zazen.

 

El maestro Tozan estudiando los sutras había oído hablar de la enseñanza del Dharma por los objetos no sensibles. No entendía nada, así que se puso en camino para preguntar a distintos maestros de su época, que le daban la misma respuesta y él seguía sin entender nada. Finalmente se encontró frente a Ungan y le hizo una pregunta:

¿Quién puede oír la enseñanza del Dharma de las cosas no sensibles?

Ungan contestó:

–(La enseñanza de las cosas no sensibles) sólo las cosas no sensibles pueden oírla.

¿Usted puede oírla? preguntó Tozan

Ungan contestó:

Si yo pudiera oírla tú no podrías oírme a mí enseñar el Dharma.

¿Por qué no puedo oírla?

Ungan levantó su hossu y le preguntó:

¿Tal vez la oyes?

No, no la puedo oír.

Si no me oyes a mí enseñar el Dharma, menos aún podrías oír la enseñanza del Dharma de las cosas no sensibles.

Tozan preguntó:

¿Cuál es el Sutra fundamental de la enseñanza de las cosas no sensibles?

–¿No sabes que el Sutra Amida dice: Corrientes, pájaros y árboles, todos rezan al Buda y veneran el Dharma?

En ese momento Tozan alcanzó el satori. Sin emoción, no sensible, en ese momento la mente de Tozan descoaguló, se despertó.

Maravilloso, maravilloso Mujo seppo …no puedo explicarlo

Aunque escuchéis mi voz no podéis oírlo

Esta enseñanza de las cosas no sensibles sólo las cosas no sensibles pueden entenderla

Oh, mi maestro, verdadera persona que obtiene el satori es sensible

Pero cuando no escuchamos Mujo Seppo no lo podemos oír.

 Ungan le dio su afirmación.

 

No hay que crear la categoría Mujo seppo, no es algo místico, naturalista o cósmico, solo que a veces los objetos no sensibles nos enseñan el Dharma. Por ejemplo mi primer encuentro con lo que se convertiría después en Shorinji, en Sho Ryu San Shorinji, fue un encuentro así, no un encuentro del ego sino más bien del objeto ‘yo’ con el objeto ‘tierra de montaña’, la résonance (efecto transmitido al espíritu) con el mundo exterior.

Un poema del maestro Dogen:

           El color de la montaña,

            El sonido del valle,

            Todo es la voz y la postura

            De mi querido Buda Shakyamuni.

 

En los últimos poemas Daichi expresaba cómo las conciencias de los seis sentidos nos relacionan con el mundo exterior. A cada instante un fenómeno se declara; en un mínimo instante nuestra mente recibe el mundo con los ojos, los oídos, la nariz, la boca, el cuerpo, la mente, y lo atrapamos, lo transformamos, lo apropiamos, lo hacemos “mío”.

Es interesante cómo el ser humano se define por sus construcciones, sus elaboraciones. Dentro de este mundo ‘mío’ ahora tenemos el mundo virtual. Como el mundo es ruidoso cortamos sus sonidos con música, y (también) con el teléfono tenemos una ventana sobre un mundo alejado. Un mundo en que las plataformas de comunicación nos hacen creer que todo lo que se comunica es verdadero y cercano, y que utilizamos como el avestruz que entierra la cabeza en el suelo para no saber lo que pasa verdaderamente alrededor. Aunque proporcione una interconexión, este encierro virtual (en buena medida) impide tener una relación verdadera con lo que nos rodea aquí y ahora, nos engaña frente a la verdad de nuestro mundo ofreciéndonos una verdad virtual.

Hay que observar cuidadosamente el mundo que se construye alrededor de nosotros; no hay que seguir ciegamente las ideas de moda, ser el top. Hay que reflexionar profundamente sobre lo que vivimos e intentar escuchar la enseñanza del Dharma de los objetos no sensibles.

 

En japonés hay dos significados para las palabras oír y escuchar; cuando uno oye inconscientemente se pronuncia mon, cuando uno escucha conscientemente se pronuncia cho. Escuchar una conferencia se dice chomon. Con el kusen es idéntico, a veces lo escucháis (seguís) y a veces lo oís inconscientemente, naturalmente. Y a veces aceptáis, a veces rechazáis.

El viento molesta el bosque frio, las hojas llenan el jardín. Incluso si no hay nadie la pared tiene orejas. Linternas de piedra y columnas, por favor no digáis nada, no levantéis la voz durante un pequeño instante. Es el estado de espíritu de zazen, el sujeto se ha desvanecido. ¿Qué queda? Queda la naturaleza. Sensible o no sensible nos da una enseñanza. En zazen, dice el maestro Deshimaru «la voz del perro, los pájaros, el sonido del kyosaku, incluso el culo de la persona delante de uno mismo se hace Mujo seppo, pero por favor no levantéis la voz demasiado fuerte, dejad el silencio».

Todo es Dharma, todo es enseñanza, todo nos propulsa hacia el estado de buda. Estad atentos.