LOS POEMAS DE DAICHI: 58. Fuji san — El monte Fuji

 

La montaña culmina solitaria, una dignidad absoluta dentro de las nubes blancas.

Gracias a la energía de la nieve no siente el frio.

En sus ocho caras (todo alrededor) no hay ni derecho ni revés.

Proyectándose a ku (al cielo) se expone al género humano.

 

Ni derecho ni revés. Zazen es como la montaña, una montaña como el monte Fuji.

Estáis sentados frente a todos los lados, no solamente cara a la pared. Desde el zafu hasta la punta de la cabeza toda la montaña está sentada.

Este poema al mismo tiempo describe Fuji sanel monte Fuji, que es una montaña sagrada para los japoneses, y la postura de zazen, que es una postura universalmente sagrada. La posición en zazen realmente es parecida a una montaña.

El Maestro Deshimaru dice que este poema, como todos los de Daichi, es muy difícil de traducir porque los ideogramas no solo tienen un sentido. Las posibilidades de significado son amplias y es difícil dar una sola traducción, sea en francés, en inglés, en español, etc.

La montaña culmina solitaria. Zazen es solitario, cada uno frente a sí mismo. Una dignidad absoluta dentro de las nubes blancas. 

Gracias a la energía de la nieve no siente el frío. La nieve protege a la tierra, a las plantas del frío; también representa nuestra mente, la mente pura que tiene la habilidad de cambiar de forma. Ahora la nieve está abajo y cubre las vertientes del Fuji san, más tarde cuando la nieve se derrite, se hace agua, que luego se evapora y se hace nube. Como el agua, nuestra mente puede cambiar de estado sin problema. No fijarse, deslizarse por las vertientes de la montaña, desaparecer en las nubes y transformarse en lluvia generosa.

 

Es sabido que en torno al Fuji san existen muchas historias, leyendas, creencias. El famoso artista Hokusai pintó 36 vistas de Fuji San. Es muy interesante, en todas las obras se ve el monte Fuji, de cerca o de lejos, formando parte de la vida cotidiana del Japón. 

Un poema  dice:

Oh Japón!

El país hasta sus confines 

es solamente el pie del monte Fuji.

Está por todas partes en el Japón. Antiguamente se decía que había un dragón que vivía dentro, la montaña albergaba muchos aspectos misteriosos. La gente construyó templos, pequeños santuarios para venerar a las deidades. Se subía poco a poco por la vertiente de la montaña recitando mantras para purificar los seis sentidos hasta llegar al santuario donde vivía el dragón sagrado. Actualmente todavía se hacen peregrinaciones por las vertientes del monte Fuji, pero muchas son eventos más deportivos que religiosos. Los tiempos cambian. 

Un grupo de sabios llegó a la cima de la montaña que sobrepasaba las nubes. 

Un dragón sagrado bebía en su cráter. 

La nieve de la montaña asemejaba a la seda pura y blanca. El humo recordaba al perfume del incienso.

La forma del Fuji san parece un abanico blanco al revés en el cielo del mar del Este. 

Es un poema famoso sobre la tradición del dragón sagrado que vivía en el monte Fuji. También cuando se llega al Japón en avión se dice que ver el monte Fuji da buena suerte y asegura felicidad.

 

Proyectándose al cielo, a ku, se descubre al ser humano. Cuando las nubes se levantan, la montaña, erguida en el cielo, se muestra a los seres humanos. Aquí ku no es solamente el vacío, sino también el cielo o todo el Cosmos. A partir de ku todo surge y se manifiesta. Es la fuente de todos los fenómenos y un principio original del budismo. La postura de zazen surge de ku y está más allá de ku y más allá de shiki — los fenómenos— y así aparece a los ojos de los hombres. En sus ocho lados no hay ni derecho, ni revés. Como el kesa, no hay interior y exterior. Como la mente. 

Fuji san finalmente es una imagen de la Vía.

El poema 59 también habla de una montaña, pero una montaña distinta. Del mundo de las causas y efectos, el mundo del karma.