El color de la primavera de la familia soto resplandece ya con toda su intensidad.

Como el camino a nuestra casa está obstruido por el musgo, es difícil para los visitantes llegar aquí.

Sobre las ramas de las azaleas el canto del cuco se ha vuelto complicado. 

En la noche profunda mis lágrimas solitarias resuenan en la montaña vacía.

 

Este poema está dedicado a un monje zen soto que vivía en un templo rinzai, Tomei Enichi (1272-1340). Me sorprendió un poco porque es el segundo amigo de Daichi que vive en un templo rinzai. 

El primer templo de Dogen fue Koshoji, más tarde fundó Eiheiji sobre 1244 o así. Como alguna vez he contado —aunque no es algo de lo que se hable mucho— se produjo una ruptura cuando Tettsu Gikai, el sucesor de Ejo, se fue de viaje a China y poco después de su vuelta se vio desautorizado para dirigir Eiheiji. Pero con la fuerza de su discípulo Keizan el zen soto se recuperó. Keizan fundó numerosos templos; además de enseñar en Daijoji fundó después Shojiji en 1321, e impartió muchas transmisiones del Dharma, estableciendo así la familia zen. Mirando información sobre Shojiji, encontré que era un antiguo templo de otra escuela budista que Keizan refundó con la ayuda y patrocinio del emperador. A finales del siglo XIX el templo quedó completamente destruido por un incendio. Entonces era el segundo templo importante de la escuela zen soto tras Eiheiji. Al ser reconstruido también se abrió una filial más cerca de Tokyo. 

Con la energía del maestro Keizan se inicio una renovación de la Sangha, un restablecimiento del zen soto. No podemos conocer la historia del futuro, no sabemos qué sucesos se van a producir. Sin embargo, nuestra práctica del momento presente es lo que continúa eternamente.

En la época de Daichi el zen rinzai era el zen de la corte. Los templos rinzai estaban situados cerca de las ciudades; los del zen soto, sin embargo, se encontraban en el campo y eran más humildes. Pero a pesar de vivir en un templo rinzai, Tomei era un auténtico monje soto, heredero de la enseñanza del maestro chino Wanshi. Según el maestro Deshimaru —claro que él discernía el sentido original en japonés— este es un poema que tiene un sentido un poco irónico dirigido a Tomei, que prefirió vivir en Kamakura, elevado lugar del budismo de su época. Daichi le dedicó este poema para educarlo. 

Aunque el color de la primavera de la familia soto ha alcanzado su máximo de intensidad, la propia Vía parece obstruida por el musgo, y así es difícil para los visitantes acercarse a la práctica autentica. El cuco canta, pero su canto se ha vuelto complicado. En la noche profunda, solitario, lloro en la montaña vacía. 

El canto del cuco complicado es como cuando la discusiones sobe el Dharma se repiten y se enredan. Tomei fue un gran poeta y maestro de Betsugen Enshi, famoso calígrafo. Todavía hoy en Japón los monjes cultivan la poesía, pero se equivocan acerca de la esencia del zen convirtiéndose en hombres de letras y haciendo nacer emociones. Olvidando la raíz, solo hablan de las ramas y se pierden en detalles menores. Claro que las ramas y las hojas existen, pero sin una raíz fuerte se marchitan rápidamente. Con la raíz, que es lo esencial, incluso si por el momento no podemos realizar las hojas, ni las ramas, ni las flores —aunque todavía no podamos equilibrar los fenómenos con la práctica— seguro que en el futuro uno se volverá feliz. 

Continuando zazen mushotoku los méritos se manifiestan. En la vida de cada uno el karma es complicado, y bastante a menudo no se encuentra la felicidad. Pero si practicando zazen no se olvida la raíz, ésta se fortifica. Seguramente en el futuro el árbol desarrollará sus ramas y sus flores preciosas.

Ahora mucha gente es como el cuco, que habla para decir nada, y por eso en la noche profunda lloro, solo, en la montaña vacía, Ku. Este poema es irónico en relación al monje Tomei, que era un poeta de los templos de Kamakura que olvidó la raíz.