Acordándose del viejo koan de los tiempos antiguos que no ha pasado,
En nuestros días todo eso es solo absurdidad.
La nube caliente de agosto corre sin desaparecer,
Pero bajo del lindo osmantus el viento de otoño se ha levantado.

 

De nuevo un poema-koan donde nada está realmente claro para nosotros. Acordándome de este viejo koan que no ha sido resuelto, ahora me parece una absurdidad. Cuando nos topamos con lecturas difíciles de entender, algunos años después muy a menudo parece absurdo no ya el koan sino el tiempo que ha pasado y las complicaciones mentales que nos ha producido. En la práctica del zen, sea soto o rinzai, vamos más allá de una única comprensión intelectual y personal. Cuando volví de Madrid, E me explicó que leía el Hokyo Zanmai a pequeños pasos: una frase, dejándola, leyéndola de nuevo, intentando comprenderla no solo con la mente que piensa sino también a través de su propia experiencia del zen, de la vida. Así hay que estudiar los textos sagrados del zen.

El verdadero koan –decía el maestro Deshimaru– es el koan de nuestra vida.

Cuando estudiamos el Dharma, no debemos intentar llenarnos de conocimiento sino vagabundear encima de las frases, intentando comprender la consciencia del antiguo que las ha transmitido. A lo largo de nuestra práctica se encuentran cosas que no se entienden o que podrían tener un sentido diferente a lo que entendemos en el primer momento. Si somos personas de la Vía nos interrogamos sobre su significado: ¿Qué significa? O interrogamos al maestro: ¿Qué significa, qué es lo que significa esta frase?

Sé que intentamos atrapar, comprender, buscamos el sentido por todos lados; nuestra necesidad de comprender es enorme, queremos conseguir esa comprensión. Pero si miramos en nosotros, aunque sea enorme de un lado, de otro es como la punta de una aguja, minúsculo, minúsculo. Entonces estudiamos en la práctica, no solo por nuestra interpretación intelectual sino por nuestra experiencia viva de la práctica de la Vía. Yo tuve varias frases así, que no entendía. Todavía hay algunos versos de poemas o frases de maestros que todavía no he integrado, porque se trata de eso: integrar. Hay otras que ¡pof! han venido naturalmente por la experiencia de la práctica y entonces se olvidan. Nos parece absurdo toda esa energía que hemos empleado para intentar entender, entender y atrapar por la mente. Llega un momento en que nos parece absurdo, porque todo es sencillo, y viene de otra forma de pensar diferente de la que utilizamos entonces.

 

La nube caliente de agosto corre sin desaparecer. La nube caliente representa el discípulo apasionado. He tenido varios discípulos así al principio, lástima que la nube caliente no se ha enfriado. Pero debajo del lindo osmantus –un arbusto de origen oriental que florece en otoño– sopla el viento de otoño y transmite un perfume fuerte como el de la enseñanza del maestro Kosen a sus discípulos en el templo de Koji-ji.

 

En sus comentarios el maestro Deshimaru habla de nuestra relación con la muerte, dice: Cuando uno entra en su ataúd todo es absurdo, loco; las complicaciones de nuestra vida, las dificultades que hemos vivido, cómo lo hemos sentido, una vez pasado parece totalmente absurdo.

Cool. La montaña tranquila, tranquila. El koan de nuestra vida: cómo vivir este gran misterio. Tomamos la vida como algo evidente, natural, pero en realidad es el gran misterio.

A veces en el Shobogenzo el maestro Dogen dice: Basta con una frase, un verso, una palabra para alcanzar el Despertar. No se trata de aprender, sino más bien de desaprender el automatismo que tenemos en nuestra forma de vivir. Así poco a poco todo, incluso la cueva del dragón en la montaña negra, se vuelve una perla brillante.