Si queremos alcanzar el ku infinito, lanzándonos con nuestro propio cuerpo

Debemos ir un paso tras otro en la vía profunda del pájaro.

Nuestra mirada y nuestra escucha no deben estar atados por los bonnos.

Esto no perturba nuestro sueño apacible en nuestra vida libre.

De nuevo se trata de ku, la vacuidad, el segundo método que empleaba el maestro Tozan con sus discípulos. En el Sanshô Dôei el maestro Dogen escribió:

A donde vaya, de donde venga,

el ave acuática borra sus huellas

pero nunca pierde su camino.

La no-huella. Los hombres políticos siempre quieren dejar sus huellas y a veces incluso dejan su cabeza. Hay que tener cuidado con los modelos que tenemos, la persona siempre necesita un modelo, alguien a quien imitar. A menudo es el padre, luego a veces se rechaza al padre y se encuentra a otra figura. En el zen, la figura no es política; aunque en algún lugar puede haber mucha política, no es eso lo que transmite el zen, tampoco el de Daichi.

La vía del pájaro es un medio para educar a los discípulos fuertes en cómo utilizar ku y cómo ayudar a los demás con él, con la vacuidad. Si queremos alcanzar ku, lanzándonos con nuestro propio cuerpo .¿Cómo hacer? En nuestra existencia muy a menudo limitamos nuestro cuerpo; no lo creemos capaz, o no nos concentramos en los esfuerzos para darle un modelaje, pero aquí se trata del cuerpo que utilizamos en zazen, el cuerpo del Despertar, el cuerpo que pertenece al Cosmos, que es materia universal.

Si queremos alcanzar ku, el ku infinito con nuestro propio cuerpo, debemos ir un paso tras otro en la vía del pájaro. Es una vía libre que no deja huellas. Hace años durante unas vacaciones en Marruecos me impresionaba cómo las ciudades construidas con barro finalmente se desmoronaban con el cambio climático y no quedaba ninguna huella de sus constructores. No dejar huella es lo contrario de manifestar el ego, es seguir el orden cósmico, confiar en él, seguir zazen, acomodar nuestra vida para hacer zazen, utilizar nuestra vida material para facilitar zazen, romper los esquemas personales.

Así, dice el maestro Deshimaru, hay que ir paso a paso, siguiendo el orden cósmico. Sin caer durante zazen en kontin somnolencia, o sanran —excitación mental, volviéndose hishiryo.

Nuestra mirada y nuestro oído no deben estar atados a los bonnos. El bonno es lo que nos ata a una pasión. No es la pasión misma, sino las proliferaciones internas y externas relacionadas con el apego, con la pasión. No es posible cortar con todos los bonnos, las pasiones, las ilusiones, pero es posible conocerlos y zazen es un buen método de conocimiento: los bonno se levantan, aparecen, y los podemos ver objetivamente, como un objeto exterior a mí. Si somos capaces de ver nuestras pasiones, nuestros bonnos o dificultades, con una comprensión objetiva, entonces la emoción termina, y termina el apego al ego que ríe o que sufre.

Zazen trae claridad, podemos ver los bonos subjetivos con una observación objetiva y esta mirada objetiva es muy importante. Podemos encontrar dos conciencias, dos pensamientos —para los que buscan el desarrollo de la conciencia— podemos vernos desde dos puntos de vista distintos, como sujeto, como objeto.

¿Qué es un bonno? Ilusión, atadura. Klesa en sánscrito, que significa mancha. Son las funciones mentales que molestan el espíritu puro (influyen negativamente y traen sufrimiento). En el Abhidhamma se dividen en bonnos fundamentales y derivados. Los bonnos básicos son la codicia, la aversión, la ignorancia, la arrogancia, la duda y los puntos de vista erróneos. Estos bonnos fundamentales son considerados la fuente de todos los demás. Los bonnos derivados son la pereza, la indolencia, la incredulidad, la depresión, la agitación, la impudicia, el descaro, la cólera, la disimulación, la parsimonia, la pretensión, la aflicción, la sinrazón, la enemistad, el engaño, el fraude, la arrogancia, la somnolencia y el remordimiento. Es decir, todos los estados de ánimo que podemos atravesar y a los que algunos se atan: Oh! me quedo con mi depresión, me quedo con mi agitación, me quedo con mi engaño… Poco a poco, más o menos escondidos, forman parte no sólo de la personalidad, sino incluso del propio carácter profundamente arraigado y finalmente impiden liberarse: los lazos atan la pata del pájaro, que no puede volar libremente en el cielo; ha perdido su función natural.

Los bonnos interfieren en la acción de los seis sentidos. Un ejemplo: la golosa que tiene el bonno del chocolate, se obsesiona cuando ve chocolate. Poco a poco ese bonno recubre su espíritu sin que se dé cuenta, le ata una pata, pierde su libertad. O alguien seductor que va tras los hombres o las mujeres; aunque no pase nada, se limita con un comportamiento superficial, se ata en la repetición de esa conducta, no puede volar. La fuente del espíritu está tapada, no corre el agua pura. Se limita.

Entonces en nuestra vida cotidiana si abandonamos el apego a nuestros conocimientos, a nuestra inteligencia, a nuestros sentimientos, a nuestro lenguaje, nuestros bonnos pueden decrecer. Podemos obtener verdadera libertad espiritual, la vía del pájaro, con zazen, con su observación objetiva. En zazen no hay que esconder las huellas, sino que ellas desaparecen con la comprensión  de uno mismo, por el abandono de uno mismo.

El maestro Deshimaru decía que la energía que desarrolla zazen está totalmente en unidad con la energía del Cosmos. Que en nuestra vida es importante seguir el poder cósmico fundamental y la vía del pájaro es precisamente eso. No obstante sin seguirlo para uno mismo, sino en armonía con nuestra práctica y las demás existencias.

En el libro de sutras Dhammapada, hablando de los primeros discípulos de Buda, se dice: Como pájaros que vuelan por el cielo es difícil seguir el camino de quienes no acumulan, están atentos, son prudentes con su comida y su dominio es la libertad de la vacuidad y la no-discriminación. 

Después, tras el establecimiento del budismo también aparecieron numerosas vías de práctica. Por ejemplo en el momento de la ordenación de bodhisattva o de monje se reciben los preceptos, las reglas de conducta del bodhisattva: no matar, no mentir, no criticar, no emborracharse, etc. Diez preceptos o diez vías de práctica en las que puede concentrarse un bodhisattva o un monje.

También la primera enseñanza de Buda expone las cuatro nobles verdades; la cuarta es el sendero óctuple, cómo vivir en la práctica: la visión correcta, la decisión correcta, el lenguaje correcto, la conducta (acción) correcta, la forma de ganarse la vida correcta, el esfuerzo en la dirección correcta, la concentración correcta, la sabiduría correcta. También son vías que cada uno de nosotros puede seguir.

Para los bodhisattva está también practicar las seis paramitas o caminos que van más allá: la actitud de generosidad (el don), disciplina en los preceptos, la paciencia, la energía, la concentración, la sabiduría. Entonces para los que se dedican a la Vía del Buda todas estas prácticas existen para ser practicadas en la concentración del momento presente.

Sin embargo la vía del pájaro enseñada por el maestro Tozan es andar por el camino sin dejar huellas. Por ejemplo, practicar el don sin dejar huella es difícil porque siempre satisface el ego, lo deja un poco hinchado. En general es difícil practicar los preceptos sin dejar huella porque nos vamos volviendo orgullosos de nosotros mismos de tan buenos que somos, etc, etc. Por su parte la vía del pájaro se establece ella misma sin normas, para ir más allá de los distintos caminos que conducen al Despertar.

Solo ir hacia lo que es así. Sin ego, sin separación, sin hacer discriminaciones de forma natural. Porque es así, o lo que se llama la talidad, donde no hay ningún camino sin embargo no hay nada que no sea el camino.

Cada instante es el camino. La vía está siempre bajo los pies, no existe en un pensamiento intelectual. Bueno un poco, pero la vía es lo que está debajo de los pies, de instante a instante. Y no dejamos huellas, igual que la ciudad de barro que se disuelve bajo el agua de la lluvia. De algún modo somos invisibles.

A los monjes zen también se los conoce como nubes y agua, porque tienen la libertad de las nubes empujadas por el viento y la libertad del agua que cae naturalmente, sin estancarse, por la montaña. Y (en el zen) al hablar de los pájaros también se hace referencia a su migración, cuando hacen miles de kilómetros volando libremente por el cielo. No sabemos exactamente qué es lo que produce las migraciones de los pájaros: las estaciones, los cambios en el clima, o por ejemplo las guerras, pero también se dice que influye la posición del sol, los campos electromagnéticos y la herencia que viene de sus padres.

Tiene relación con los desplazamientos que los monjes antiguos hacían en China para visitar templos y maestros, viajando a pie como hizo Tozan durante veinte años de su vida, a través de la China de aquella época. Migración, ritmos, el ritmo de los campos de verano, los campos de invierno, las grandes sesshin que se repiten y repiten. Así se cuentan los años de práctica de los monjes: de ango en ango, de práctica profunda en práctica profunda, de exploración profunda en exploración profunda.

En el Genjokoan el maestro Dogen habla de la libertad del pez en el agua y del pájaro en el cielo. La relación entre el pájaro y el cielo es idéntica a la de la práctica con el Despertar. Cuando el pájaro vuela en el cielo, por mucho que vuele, el cielo es ilimitado. Nunca desde los tiempos antiguos el pájaro ha estado separado del cielo. Simplemente cuando su actividad es grande su utilización es grande. Cuando su actividad es pequeña, su utilización es pequeña. Actuando de esta forma nadie deja de realizar sus propios límites o cada aspecto al máximo en cada momento; pero si un pájaro es separado del cielo, morirá en ese instante.

Debemos comprender que el cielo es la vida, y los pájaros también, y puede que el cielo sea la fuente de la vida para los pájaros y los pájaros posean la fuente de la vida en el cielo. Sin embargo, si un pájaro pretende moverse en el cielo solo cuando haya estudiado el cielo, nunca encontrará su camino ni su lugar.

Cuando encontramos ese lugar, todas nuestras acciones son realizadas en unidad con el Universo —es el palacio del jade de Rey de ku, es la práctica del zen. Si la limitamos con nuestros conceptos personales, no será amplia. Aunque intelectualmente también podemos cambiar, abrirnos –no es algo fijo, no es un conocimiento estrecho–, debemos abandonar un intelectualismo falso. En el zen hay que utilizar el intelecto con cuidado y apoyarse en nuestra experiencia viva, comprender lo que es la vida. Cuando el pájaro vuela en el cielo, el cielo es la vida, el pájaro es la vida. No hay que atar la pata del pájaro con una cuerda.

 

El maestro Joshu, el buda eterno como lo llama Dogen, empezó a buscar la Vía cuando tenía ya setenta años. Como un pájaro en migración, durante años viajó de maestro en maestro hasta encontrar el suyo, Nansen. Luego en cierta ocasión dio a su sangha la enseñanza de no dejar el monasterio en toda la vida. En los comentarios de esta frase, el maestro Dogen explica lo que es vivir en un monasterio toda la vida: aprender en la práctica sostenida que cada momento es un tesoro; no suponer que el hecho de no hablar es algo sin utilidad. Entrar en el monasterio, salir del monasterio, entrar de nuevo, salir de nuevo. El camino de los pájaros es el bosque —el bosque representa el monasterio, el monasterio es el bosque de los monjes. El mundo entero es el bosque, el monasterio; el mundo entero se utiliza como camino, como vía de práctica sostenida. Todo lugar es un monasterio cuando se sigue la vía de los pájaros, Chodo; cada lugar se utiliza para la vía, y cada momento de la vida es un tesoro.

Cuando en el Genjokoan el maestro Dogen dice que no importa que el vuelo del pájaro sea corto o largo, porque de una forma u otra nunca alcanzará los límites del cielo. La práctica se expande de la misma forma; no importa que un monje sea una gran personalidad carismática o alguien invisible. Pero sí es importante no atarse a ku. Uno se libera de los apegos de la vida mundana, pero se encuentra con el apego de la vacuidad y de nuevo la pata se ata y no se puede volar.

También el hecho de seguir el poder cósmico fundamental no significa perder el libre albedrío. La determinación se inicia con la decisión de practicar o de recibir la ordenación. Convertirse en monje no significa pasar a tener un título extraordinario, significa dedicarse totalmente a la práctica, me parece bastante claro. Entonces en esta práctica existe la migración también, los ritmos de una vida zen se repiten continuamente. Personalmente lo repito desde hace más de cuarenta años.

Cuando murió el maestro Deshimaru, para su sangha era todo un escándalo, porque nos encontrábamos solos, especialmente los discípulos del dojo de Paris que le seguíamos a las sesshin, los permanentes del campo de verano o de invierno. Éramos su sangha, tras su muerte fue una época de gran tristeza. Sin embargo, personalmente tomé la decisión de mantener el mismo ritmo de práctica con cualquier otro discípulo antiguo que empezaba a enseñar. Al principio no era fácil, ya que existía el recuerdo del pasado, la comparación. Había falta de energía y de compasión. Pero (decidimos) guardar el ritmo sin interrupción: otoño, invierno, primavera, verano, otoño, invierno, primavera, verano— continuar la migración de sesshin en sesshin, continuar la vida de practica sin confusión, sin dudas; arreglar la vida social y la vida familiar para continuar siguiendo el camino de los pájaros, su migración de lugar de práctica en lugar de práctica. Así es.

Así es seguir la energía cósmica, la energía que desarrolla nuestro propio zazen. Hacer que nuestra vida ordinaria, cotidiana, siga esta misma energía. Esto no perturba nuestro sueño apacible en nuestra vida libre. Esto es la vida libre que un día elegimos. Si no nos interesa esta vida, salimos y ya, nada complicado.

Para concluir, dice el maestro Deshimaru: con el no-apego podemos obtener la verdadera libertad en nuestra vida. Tenemos que realizar nuestros fenómenos, nuestros deseos sanos, no los malos. No es necesario cortar los deseos sanos. ¿Cómo realizar los deseos sanos? (La respuesta es) encontrar verdaderos deseos de una alta dimensión, así podemos obtener la verdadera libertad en nuestra vida. Es el segundo camino.