Cuando cometéis una falta, debéis ir directamente al fondo de esa falta. 

Cuando estéis íntimos, debéis ir profundamente al fondo de esta intimidad.

Durante mucho tiempo se ha discutido sobre el no caído, el no sin huella,

Pero ¿por qué el zorro no lo realizó ni siquiera en un sueño? 

 

Mientras daba sus conferencias Hyakujo se dio cuenta que siempre había un hombre mayor escuchando con atención. Un día después de la conferencia este hombre se quedó y el maestro Hyakujo le preguntó:

–¿Por qué no te retiras, quién eres?

El hombre mayor le contestó:

–Soy un zorro, un fantasma. Mucho tiempo antes de Buda, yo era jefe de un templo y un día un discípulo me hizo esta pregunta: Quien obtiene la gran realización ¿está sujeto a la cadena kármica o no? ¿Cae o no cae en el karma?

Le contesté: Nunca cae. Desde entonces me he convertido en zorro, renazco como un zorro. Por favor ayúdeme, libéreme, mi aspecto es el de un hombre mayor pero soy solo un zorro salvaje. Se lo ruego, deme una palabra potente para cortar mi karma.

En ese momento Hyakujo gritó: ¡Kuramasanai, no cubras tus huellas de zorro!

Y el hombre alcanzó el satori.

–Liberado del rebaño de zorros, por primera vez vivo feliz en esta montaña. ¿Puede usted mañana, por favor, hacer el funeral por un monje difunto? Y el viejo hombre desapareció en la oscuridad de la noche.

Al día siguiente, Hyakujo reunió a sus monjes y les dijo que lo acompañaran para preparar una ceremonia por un monje fallecido. Todos los monjes se miraron, ninguno de ellos faltaba, nadie se había muerto. ¿Por qué? Todos dudaban. Salieron siguiendo a Hyakujo en dirección a la montaña escarpada. Tras una roca encontraron los restos de un zorro e iniciaron la cremación de los despojos recitando el Hannya Shingyo muy respetuosamente; por la tarde Hyakujo les contó la historia del zorro.

 

La ley del karma opera de acuerdo con causas y efectos. Nuestras acciones (volitivas) influyen nuestro devenir y se vuelven karma, acciones del cuerpo, de la boca, de la mente. Este karma pasado se realiza (manifiesta) aquí y ahora y el karma generado es el principio del futuro. Todos los monjes lo han afirmado: El karma (ley de causalidad) es el gran principio del budismo.

Robar incluso un céntimo con nuestras manos tendrá alguna influencia en el futuro. La influencia de un pensamiento malo un día, un mes, un año después, seguro aparecerá. Por eso el viejo hombre con su equivocación se transformó en zorro.

Un gran maestro e incluso el Buda también reciben la influencia kármica. En el Shodoka, el Canto del Inmediato Satori de Yoka Daishi, se dice: Si nos despertamos, nuestro karma eterno se hace ku. Si no, tenemos que ser cubiertos por nuestros crímenes y recibir el castigo por ellos.

El karma opera y el no-karma no lo hace, esto es importante. Si volvemos al estado original, al tiempo del recién nacido,  antes de ser bebé en el útero de la madre y todavía antes, en el esperma y óvulo y todavía antes… nada… no hay nada…  no hay ninguna acción. Después el bebé nace –la primera acción– , crece, se hace más grande y se vuelve complicado, se casa, se divorcia, se casa de nuevo, se divorcia de nuevo…  La vida se complica más y más y después se complica de nuevo, es el karma. Pero si uno vuelve al origen, no hay nada; si despertamos al origen (no establecemos causas) el karma se acaba.

No amor, no familia, no bebé, así estamos en paz. Zazen es la condición normal.

Shiki, los fenómenos es igual a shiki. Shiki no es ku, el vacío. Ku no es shiki.” Así razona la filosofía occidental. Pero en el Zen, shiki es igual a shiki y también a veces shiki se convierte en ku. Ku es igual a ku y también a veces ku se convierte en shiki. Nacer es la vida sin embargo no hay nacimiento. Ku.  Morir es la muerte sin embargo no hay muerte. Ku.

 

Cuando cometéis una falta, debéis ir directamente al fondo de esa falta. 

Cuando estéis íntimos, debéis ir profundamente al fondo de esta intimidad.

Durante mucho tiempo se ha discutido sobre el no caído, el no sin huella,

Pero ¿por qué el zorro no lo realizó ni siquiera en un sueño? 

 

Ahora la pregunta que se hacen los monjes es: ¿Cómo puede un maestro cometer una falta en relación con el karma? Si hay una equivocación debemos reparar la equivocación, volvernos más íntimos, realizar en qué nos hemos equivocado e intentar tocar la raíz.

Shaku –término que se repite  en estos dos últimos poemas– es error, complicación, pero también transformación. Uno comprende la equivocación origen de su karma y una vez comprendida en relación con la práctica de la Vía, una vez íntimos con la falta podemos transformarnos y abandonar los viejos harapos de nuestro karma.

Es difícil querer conscientemente cortar el karma, abandonar nuestro karma. No se trata de una coacción. El maestro Deshimaru repetía siempre: Inconscientemente, naturalmente, automáticamente. Cada día de zazen el karma cambia, zazen corta las pasiones como un diamante. Delante del karma, muchas veces es sólo un ser un poco patético lo que aparece: Este alcohólico soy yo, o esta sexópata, o este tacaño o este ladrón o este ignorante ¡Qué patético!.

Buda nos transmitió el kesa. No hay que equivocarse y pensar que el kesa es sólo el atributo de un monje. No, no, Muso fukuden e, sin forma, vestido de la felicidad. Cuando tenemos dificultad con nuestro karma, el kesa nos protege y nos ayuda a comprenderlo. Zazen y kesa es uno, universal, todo abarcado sin categorías, sin juicios, completo –lo bueno, lo malo, etc.– y automáticamente, inconscientemente, naturalmente el karma puede cambiar si lo queremos.

Actualmente, dice el maestro Deshimaru, nuestro karma es nuestro karma, pero si volvemos a nuestro estado original éste se agota, decrece gracias a la práctica de zazen y finalmente puede ser cortado. Incluso la más mínima mentira es un crimen que influencia nuestro futuro; si entendemos esto profundamente y volvemos al estado original y despertamos, ese crimen desaparece, no existe más y sus huellas se desvanecen.

¿Por qué tenemos deseos? Si vamos al momento anterior a la aparición de los deseos, desaparecen. Nada. Es un método difícil. ¿Cuándo ha aparecido este (deseo) por primera vez? ¿Es algo que depende de mi propia voluntad o de las circunstancias? Nada, sus huellas se han abandonado. De manera que la confesión objetiva frente a uno mismo es importante. Pero en el caso de que uno dice: me confieso, practico siempre zazen desde hace tantos años, así mi karma se agota y entonces puedo continuar cosas malas: zazen, sexo, zazen, sexo, (el maestro Deshimaru estaba rodeado un poco de sexópatas)… mi karma desaparece y de nuevo zazen, sexo…  el Despertar es imposible.

 

El karma es el problema esencial de las religiones, pero la mayoría de ellas no lo puede resolver.

El hombre mayor había negado el karma y había caído en las cadenas del mundo kármico como un zorro.  Hyakujo le dijo: No escondas tus huellas.

La respuesta del hombre mayor a su discípulo de tiempos pasados era una respuesta cómoda: El satori corta el karma, el hombre despierto no cae en el karma.

¡No cubras tu karma, no escondas tu karma! y el zorro entendió. Si os transformáis en zorro, hay que convertirse en un verdadero zorro, realizarse uno mismo…  y el zorro se convierte de nuevo en ser humano.

Hay que creer en el karma y no negar las influencias, incluso las más mínimas. La fuente y la conciencia son esenciales, por eso zazen y la acción son importantes. Querer una comida deliciosa y abandonar este deseo es dar méritos a la humanidad entera. Desear llevar ropa elegante, a la moda, y abandonar estos gustos llevando solamente un sencillo traje negro es un mérito para la humanidad entera. Abandonar un lujoso kolomo de seda roja, como a veces se lleva en Japón, por un sencillo kolomo negro es un mérito para la humanidad entera. Desear vivir en un gran piso o en una gran casa y (dejar ese deseo para) vivir en una sala de espera, o dormir en una cama no confortable…  si cada día seguís esta vida, vuestro karma se volverá un gran karma. Es idéntico en todas las religiones pero nuestra civilización actual lo ha olvidado; así el mundo moderno está en crisis.

Esta era realmente la enseñanza que nos daba el maestro Deshimaru: aprender a hacer decrecer los deseos, vivir sencillamente sin complicaciones, vestirse de forma sencilla sin decoraciones (a veces para una fiesta sí); finalmente hacerse invisible, volverse como la tierra, las montañas, los ríos… ser sin.