Discurso de Barbara Kosen en el templo de la Gendronnière

El Maestro Taisen Deshimaru es el maestro que me ha enseñado a practicar la Vía. Me convertí en su discípula y recibí la ordenación de monja en el dojo de París en 1975. He practicado cerca de él. Después de su muerte, pasé tres años en el dojo de Zúrich en Suiza y luego 7 años en el dojo de Ginebra. Durante estos 10 años he seguido practicando en nuestro templo de la Gendronniére. En 1993 recibí la transmisión del Dharma de manos del maestro Kosen Thibaut aquí mismo, en la Gendronniére. El maestro Kosen nos ha transmitido el Dharma siguiendo el rito de la misma ceremonia que él mismo había recibido de Renpo Niwa Zenji. Al año siguiente establecí un dojo en Madrid.

Es tradicional, parece ser, el que el maestro zen deje un último poema antes de morir. Para todos sus discípulos, el maestro Deshimaru escribió: Continuad zazen eternamente. Pero claro, cuando he hablado de esta frase a los practicantes del nuevo dojo de Madrid, hubo un listillo que me dijo: la eternidad, eso no existe. Pero ignoraba que, a pesar del alejamiento de mi sangha original y gracias a los méritos de la transmisión del Dharma, estaba acompañada de viejos maestros del pasado que me empujaban y me urgían a avanzar y a proteger la transmisión. Es esa la eternidad de la práctica: jamás se detiene. Finalmente, en la eternidad jamás estoy sola.

En 2001 la Asociación Zen Taisen Deshimaru, fundada en Madrid en 1996, ha comprado un terreno en las vertientes de la Sierra de Gredos para establecer en él la práctica de la Vía. Fundamos el templo de Shorin ji, templo del bosque del Despertar. Este lugar se ha convertido rápidamente en el lugar donde organizamos las sesshín a lo largo del año y donde residen entre 4 y 8 personas como permanentes. Zazen es el corazón de todo ello.

En la enseñanza que he recibido el zen es zazen. ¿Por qué no he evolucionado hacia un zen más institucionalizado donde la concentración en las ceremonias se vuelve la manifestación del espíritu zen? Por la buena razón de que, desde el primer día en que me he sentado en zazen, la práctica ha sido buena para mí. Ha permitido reequilibrar mi vida; volverme viva conscientemente. Ha permitido que abandone el cortejo de discriminaciones naturales que llevaba conmigo. Me ha dirigido hacia un profundo conocimiento de mi misma que, de manera natural, me ha abierto hacia las demás existencias. Es esto lo que he querido transmitir a aquellos que se acercaban al dojo. ¿Por qué añadir otra cosa? El zen es muy simple y es por esto que nos parece tan complicado. Lo importante para los estudiantes es reencontrar la verdadera felicidad de ser.

Una de las grandes enseñanzas del Maestro Deshimaru versaba sobre el problema del destino humano. Equilibrar el mundo material con el mundo espiritual. Últimamente somos testigos de un aspecto del mundo donde la lucha por el poder toma el rostro de la mentira, de la cólera, de la avaricia, y ello con una determinación egoísta frente al género humano. La manifestación de los tres venenos. ¿Es este el verdadero semblante de la humanidad? ¿Es este el único modelo válido? ¿Cómo puede el monje zen ayudar a hacer evolucionar el impasse moral en el que se encuentra nuestra sociedad? ¿Cómo operar una transformación, una evolución del destino humano?

Después de los últimos 30 años, en los que la sangha europea ha existido sola, la lucha por lo justo y lo falso nos ha impregnado de las emanaciones de los tres venenos. Hemos seguido el sistema, cada uno seguro de su verdad, sin hacer esfuerzos reales para reconciliarnos. En el origen toda nuestra energía ha servido para mantener vivo el tesoro que el Maestro Deshimaru nos ha legado. Pero si seguimos imitando al mundo del polvo rojo en nuestra interacción, entonces los méritos de su misión se habrán perdido. Hemos conseguido desarrollar sanghas fuertes y determinadas a abrir numerosos dojos; pero siempre, cara a cara con el sufrimiento humano, el impacto del zen sigue siendo minúsculo y yo creo que debemos elevar el nivel y recubrir al mundo con el gran kesa. Poco importa que el zen sea japonés o universal; eso se queda en el terreno de los pensamientos, de las manchas. Más bien manifestemos la sabiduría de Hishiryo. Convirtámonos en verdaderos sabios cerca de los cueles el mundo pueda encontrar consejo. No sigamos el sistema político pero volvámonos los verdaderos creadores de la sabiduría humana. No entremos en un sistema de grados y de posiciones; hagamos de manera que los jóvenes monjes, el futuro de nuestras misiones, manifiesten el espíritu del bodhisattva y se vuelvan hacia el mundo sin dejarse influenciar.

Bárbara Kosen, mayo de 2017.